Aspecto Teológico


LA TEOLOGÍA EN LA CULTURA LATINOAMERICANA
Ensayo.

“La teología debe valorar las culturas, relativizarlas y relacionarlas,

al relacionarlas las relativiza, pero el propósito último ha de ser reconciliarlas”

La controversia que se ha manifestado acerca de la injerencia y posterior “imposición” de la cultura Española acaecida con el descubrimiento de América a finales del siglo XV  y el recorrido de in-culturización que se gestó en el continente, hasta la independencia del siglo XVIII al igual que la organización que ha buscado desde entonces sobre todo el continente latino-americano, no es más que una lectura clara y si se quiere, continua de lo que realmente ha querido buscar el hombre latino, que no es otra cosa que aclarar y en cierta medida decantar su pensamiento, diferenciándolo del europeo.

Es claro que la mayor y quizás más poderosa influencia, hablando sobre presupuestos, es la manifestada por la Iglesia como institución jerárquica y el constante influjo que quiere manifestar sobre los pobladores de estas tierras, pensando que es una manera fácil de poder in-culturizarlos-nos. En este vaivén se marca la falta de identidad que sobre muchos aspectos de la cultura se enmarcan.

Solo el concilio Vaticano II ha dado un gran paso en la reflexión acerca de la realidad que enmarca la cultura latinoamericana y la Iglesia, “fue el que abrió en el continente la posibilidad de una teología sobre nuestra propia realidad histórica y con ello la posibilidad de una teología auténticamente nuestra[1]. 

Hoy se busca un discurso teológico que “sea nutrido por el diálogo intelectual, con el pensamiento filosófico y con el análisis social con escasas excepciones, la teología no ha prestado autentica atención reflexiva a lo que del ser humano y sus dilemas se refleja en la producción literaria, o peor aún, la ha marginado a la triste función de adornar un texto con epígrafes e ilustraciones, en fin a meras decoraciones retóricas[2]”. Quedarían innumerables temas por desglosar en este estudio que sobre Latinoamérica se enmarcan y su “dependencia” a la cultura Hispánica y teológica que consigo se ha creado, pero es válido reflexionar acerca de nuestra realidad de agentes activos y dependientes del cambio que queremos gestar en este continente en aras a la búsqueda y restauración de nuestros valores establecidos por una sociedad tan diversa y tan antigua, como se ha mostrado en estudios y análisis, en relación a la Europea.

“CRISTO NOS HA LIBERADO PARA QUE GOCEMOS DE LIBERTAD” (Gal 5,1)

La realidad sociopolítica que ha vivido América Latina ha versado siempre sobre la sombra primaria emitida a partir del encuentro propiciado entre las culturas española y Americana, el año de 1492. Es este el punto de partida, de cambio, de trasformación y de evolución del acontecer no solo Americano sino mundial. El conflicto que se creó al creer suprema y real sólo la Cultura Europea, sobrepasando y atropellando la nueva realidad social, política y cultural encontrada, marcaron sin lugar a dudas el destino y futuro de las tierras conquistadas y colonizadas. Tal efecto aún tiene secuelas en la sociedad actual americana. Se hace necesario un recorrido acerca de esta realidad remembrando cada aspecto que permitió y consolido un tipo de sociedad, aunque dependiente de los factores del entorno, como además de espacio para producción de un criterio de identidad. El periodo de conquista y colonización, siglos XVI y XVII, permitió no solamente confrontar la nueva realidad a que eran expuestos los Indios por los colonizadores, sino que fue un espacio para identificarse más plenamente  dentro de su identidad y crear espacios que le permitieran el proceso de independencia, paso siguiente de la historia americana. El siglo XVIII, marca la nueva forma de pensar al menos en América del norte, al buscar la independencia de las colonias inglesas, fruto de la realidad que vivía también Europa.


[1] COSTASOST, Jorge. DE CRENE, Santiago. trazos de Cristo en América Latina, Dialogo de la Teología con la Cultura. pág. 87
[2] TEOLOGÍA Y CULTURA EN AMERICA LATINA. pág. 41